miércoles, 8 de mayo de 2013

La sociedad existe

        Últimamente escucho y leo más a menudo de lo que desearía, repetirse las observaciones que supuestamente realizara tiempo atrás la que fuera primera ministra Británica durante los años 80, Margaret Thatcher: "... no hay tal cosa como la sociedad. Hay individuos, hombres y mujeres, y hay familias". 
Respecto a si la "cosa sociedad" existe o no, merece la pena aclarar cuanto antes que el mismo proceso de coexistencia humana genera de por sí normas de convivencia.
El establecimiento formal de una norma de convivencia es lo que en ciencias sociales se define como institución social. Ésta fue definida por E.T.Hiller como toda "organización relativamente compleja de relaciones sociales sujetas a una normativa y dirigidas a la consecución de un interés o a la satisfacción de una necesidad". Por lo tanto, en el mismo momento en que seamos capaces de reconocer la existencia de una institución social regulando la coexistencia de un conjunto humano, como puede ser el derecho jurídico, o el propio texto constitucional, podemos afirmar que una sociedad humana, nos guste o no, existe. Y con ello, no sólo afirmamos que la sociedad humana existe en un momento concreto, como en los años 80 en Inglaterra, sino que la sociedad humana existe siempre que al menos dos o más humanos convivan, es decir, se relacionen de alguna manera. Esto se debe a que la misma convivencia no es sino un determinado conjunto de regulaciones de las relaciones humanas entre sí y con la naturaleza.
Me resulta difícil imaginar la idea que aquella mujer tendría de las relaciones sociales, humanas y culturales, pero supongo que tendrían algo que ver con esa idea tan popularizada por ciertas élites del poder económico y político, en el marco de las ideas neoliberales, en la que se dibuja la imagen abstracta de unos individuos más abstractos aún, que se agregan y desagregan en función de intereses y acuerdos, y cuyas voluntades individuales son racionales (perfectamente informadas) y libres (de toda coacción). 
Parece que con esta imagen se quiere dotar a los individuos de un nuevo rol en sus relaciones con el Estado a la vez que se modifica el papel del propio Estado, generando el imaginario del individuo liberado de las constricciones de un aparato burocrático "coaccionante". Aunque en la práctica lo que se quiere eliminar del Estado son sus funciones redistributivas de las rentas, es decir, aquellas que proporcionan ciertos niveles de lo que en nuestra sociedad denominamos cohesión social, haciendo con ello referencia a una cierta moderación de las tensiones y los conflictos sociales. 
Contra lo que pueda parecer, esta imagen descrita sólo es una de un conjunto de imágenes muy popularizadas que vienen a recrear una visión naturalizada de lo humano, abstracta asocial y muy poco natural (super racional). 
Otra imagen asociada es la originada a raíz de la expresión: "la supervivencia del más apto", atribuida al autor del "Origen de las especies" Chales Darwin. Expresión que generó una gran confusión en la opinión política durante los últimos 50 años del siglo XX, y que aún hoy pervive a pesar de las numerosas aclaraciones realizadas desde la propia disciplina científica, entre las que cabe destacar la notable aportación que a este respecto ha venido realizando la bióloga Lynn Margulis a lo largo de toda su obra. Confusión que, en definitiva, hoy sólo alimentan el oportunismo económico y político y la ingenuidad cultural.
Con esta segunda imagen se quiere contribuir a legitimar las desigualdades sociales, es decir, las diferencias materiales y simbólicas existentes en las condiciones de vida de los individuos. De este modo se recrea el imaginario de los derechos de privilegio de unos individuos frente a otros en base a principios naturales, del mismo modo que en otros periodos de la historia se apelaba a la "Divina Providencia" (la idea de que era Dios quien disponía las posiciones sociales que los individuos ocupaban en la jerarquía social). 
Esta también es una confusión del tipo de la anterior, quizás la diferencia entre ambas es que las aportaciones críticas realizadas desde distintas disciplinas de conocimiento para aclarar este mal entendido de las sobredotaciones se han venido convirtiendo en excusas para la persecución, el encarcelamiento, el ostracismo e incluso el asesinato de sus autores.
Gracias a la sociología, disciplina de conocimiento "premeditadamente" ignorada por los gobiernos y las élites económicas, políticas y sociales, sabemos que las diferencias cognitivas, materiales y simbólicas existentes entre las personas se deben mayormente a las diferentes oportunidades que poseen dependiendo de la posición de estatus, de clase y de poder que ostente el entorno social en el que nacen y en el que son formados.
La sociedad existe. Negar o ignorar esta "cosa" no la hará desaparecer. Y esperemos que, antes de que sea demasiado tarde, nos demos cuenta de que un proyecto de ingeniería social que tenga como objeto eliminar la "sociedad", es inútil y sólo puede conducir a nuevos escenarios de dominación autoritarios y despóticos, basados en la fuerza represiva y la seducción de mayorías, igual que aquellos que han tenido y tienen hoy como centro de acción/dominación al Estado.  
La sociedad existe y quiere ser más democrática, más solidaria, no menos.



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